La zorra.

Mi mejor amigo acababa de llegar de Venezuela y no tenía ni un Real. Estábamos en Paraty, Brasil, él sin saber el idioma y sin pensarlo mucho se aprendió un diálogo para pedir trabajo "oi, estou procurando trabalho, você por acaso tem alguma vaga?" y se dio una vuelta por los restaurantes, bares y posadas de la ciudad. Volvió desesperanzado y decidió el día siguiente irse a la playa para renovar las energías. Conoció a una argentina que le dijo que en un bar muy bien posicionado en el centro de Paraty no pedían papeles y siempre estaban buscando gente. Al día siguiente era mesero de dicho bar. El dueño un italiano que bien podría describirse como un sapo, un sapo se sentiría ofendido al ser comparado con tal, pero en resumen, es un sapo gordo que comenzó a pagarle 50 Reales por día a mi amigo más el 10 por ciento (que legalmente debe dividirse entre los empleados). Del 10 por ciento sacaba todos los días, descaradamente, para su bolsillo. No es la primera y única vez que sucede eso en Paraty y con una diaria de 50 Reales se puede dejar pasar. Los otros empleados se desquitaban robándose botellas de vino, cubiertos y cervezas. Mi amigo no hizo nada. A las 3 semanas el sapo anuncia la disminución del salario de 50 Reales a 35 Reales con excusas en italiano y para ese entonces ya le debía más de una semana del salario que se debía pagar por día. Unos 600 reales.

Pasaron unos días y el sapo estafador ya debía más y más y mi amigo no hizo nada. Mi amigo decide salirse de ese trabajo y no recomendarlo para nadie más. Sin hacerle caso a las alertas, otra amiga, argentina, pide trabajo en el mismo bar. El mismo modus operandi, de 50 bajó a 35 en la tercera semana y a pesar de quitarle del 10% correspondiente a los empleados dejó de pagarle, con excusas en italiano. Mi amiga no hizo nada. Yo ya empezaba a irritarme por la pasividad de mis amigos. Mi amiga decidió salirse de ese trabajo e ir todos los días a cobrarle el dinero que le debían. Para su sorpresa y la mía, al segundo día de cobranza (única medida tomada por mi amiga) nos enteramos de que el día anterior el bar cambió de dueños y los nuevos no se harían responsables de las deudas del sapo. Irritación al máximo nivel o como dicen en Brasil: sangue no olho. Averiguamos donde vivía, cuál era su carro y compré un spray e hice un stencil con un sapo y la palabra Estafador.

Ya era la época en la que me despedía de Paraty. Mi autobús salía a las 2 y media de la mañana. Me disfracé de la Zorra justiciera y evitando la cámara llené de caras de sapo con la palabra estafador todo el carro con spray blanco. Hice una Z frente a la cámara y salí corriendo. Mi jefe me esperaba unas cuadras más adelante para llevarme al terminal. Llegué temblando y emocionada, me sentí una superhéroe del proletariado, la justiciera de los pasivos, la heroína de los viajeros explotados y la más idiota disfrazada en el autobús. Me monté en el autobús con el corazón acelerado y sólo respiré en mi ritmo normal cuando éste por fin llegó a su destino 5 horas después. 

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