El ego

El ego, el yo, la consciencia de nosotros mismos, el amor propio, o como lo quieran llamar, tiene su lado oscuro. Gracias a él nos duele el corazón, si lo pienso, es raro que nos duela un órgano. Por él no salimos feos a la calle y nos dan vergüenza nuestros defectos. Muchas veces nos impulsa a hacer cosas buenas, nos motiva a mejorar para alcanzar metas que lo satisfacen, nos acelera, nos presiona o nos hace rebeldes al cumplimiento de los cánones sociales. No es posible vivir sin ego, seríamos seres sin conciencia, mimetizados unos en los otros y sin una pizca de amor propio, tampoco es recomendable inflarlo tanto porque terminamos siendo unos idiotas que no les importa otra cosa que ellos mismos, convirtiéndonos en personas demasiado frágiles a las críticas que nunca faltan, y, que en mi opinión, son necesarias. En fin, una pasa la vida tratando de mantener en equilibrio esta instancia psíquica, a veces la maltratamos, le mandamos mensajes llenos de rencor al inconsciente que luego se lo cree y pasa factura, a veces lo inflamos y lo alagamos y eso también se lo cree y nos hace sentir superiores. Vivimos en un subibaja de emociones que nos hacen sentir grandes o chiquiticos. En este momento las hormonas, que parecen ser cómplices de la baja autoestima, el que Roberto esté con otra y que lo mejor que podría hacer es aceptarlo, me hacen sentir miniatura, ando por el piso, pero por amor propio tengo que alejarme.

Comentarios

Entradas populares