Historia de una decepcionante hallaca

Querer hacer hallacas¹ en otro país no es algo nuevo, tampoco imposible, pero hay que tener en cuenta algunas cositas: hay más de 1000 recetas de hallacas así que busca una de alguien que hace hallacas que te gusten y ten el teléfono a mano, no le hagas caso a Sumito Estevez o a las viejas que recientemente aprendieron a usar el Internet, no existe ají dulce en otros países entre otros ingredientes (dependiendo del país) y, o entusiasmas a varias personas para que te ayuden, o tienes tiempo y paciencia.

En un diciembre en Brasil, muriendo de saudades² por comerme una hallaca, me regalan dos paquetes de Harina PAN (harina fundamental y poco exportada para hacer la masa de las hallacas) y me entusiasmé con la idea de hacer hallacas.

1er paso: LA RECETA. Obvio que la de mi mamá pero me dejé llevar por las viejas del Internet, por Sumito Estevez y el libro más vendido de Venezuela: Scannone, que debe tener unas 100 recetas diferentes de hallaca, un sólo libro.
2do paso: LOS INGREDIENTES. Ni siquiera sé cómo se dicen en portugués, mucho menos dónde conseguirlos y algunos no existen.
3er paso: EL ESPACIO. Hacer hallacas requiere de espacio (y tiempo, pero eso ya lo dije). Vivía en una casa de 4 metro por 6, con 3 personas más, sin gas en la mini cocina.

Es así como comienza esta historia de la hallaca frustrante. Mi amigo fue a comprar los ingredientes mientras yo trabajaba y pedía permiso en la posada en la que trabajaba para cocinar el guiso ahí, a lo cual mi jefe accedió desencadenando posteriormente celos de su mujer brasilera que no es parte de la historia pero es culpa de la hallaca y lo cual entra dentro de la frustración. Mi mamá no conseguía mandarme la lista de los ingredientes por problemas con el Internet. Entre el vino que es parte de la receta (pero no todo) y la costumbre de tomarte el sobrante mientras la haces y el hecho de estar en Brasil con tanta maconha a disposición: invertí los pasos de la receta, mezclé el jugo con vino del guiso y el caldo de pollo pa' amasar la masa, teniendo que botarlo porque no queríamos hallacas moradas y el guiso tardó más de lo normal.

Al día siguiente, 23 de diciembre, época con más trabajo en el año y de vuelta al tema del espacio, le pedimos a otro amigo su casa para la ardua tarea de ensamblar las hallacas y preparar la masa, tarea que hacen familias enteras, desde el primo ladilla que no deja de jugar videojuegos hasta el abuelo que siempre está leyendo el periódico participan de esta labor. Nosotros éramos 4, sólo dos venezolanos y sin onoto. Usamos azafrán lo que le dio cierto color verdoso nada apetecible a la masa y hojas de plátano del jardín de mi amigo que, por cierto gente, en Venezuela las compras ahumadas y listas para envolver la hallaca. Cómo coño ahúmas una hoja de plátano, se nos ocurrió que en el horno podría funcionar, lo que no, no funciona y te quemas y pierdes tiempo pero era lo más cercano.

Cómo enseñarle a alguien a armar una hallaca: dos pasitas, una aceituna, un pedazo redondo de cebolla, un pedazo de pollo desmenuzado, una cucharada grande de guiso, dos alcaparras, una tirita de pimentón encima de una bolita de masa aplastada encima de un pedazo de hoja de plátano ahumada que debes aceitar antes de colocar la masa. Doblar los dos lados hasta tocarlos en el centro, llevarte ambos bordes hacia un lado, bajar el pedazo de hoja superior e inferior y amarrar con un pabilo blanco de aproximadamente un metro de largo (esto es lo que hace el abuelo) que debes colocar por debajo en el medio, unirlo en el otro lado, cruzarlos, poner uno para encima y otro para el lado contrario, repetir el paso 3 veces y amarrar, sin mover mucho la hallaca, sin apretar mucho el pabilo y sin preguntar (sería lo ideal).

20 hallacas resueltas, llenas de cariño fueron la cena de navidad de varios argentinos y brasileros a los que poco le importaba comerse una hallaca o un asado (unas 15 veces más fácil de hacer). Para aunarlo al fracaso, no se comieron todas y las restantes se perdieron por falta de espacio en el freezer.

Hacer hallacas en otro país no es nuevo, tampoco imposible, pero si en vez de eso usas la harina pa' hacerte unas arepas y te dejas de saudades pendejas capaz no te estés muriendo de sueño al minuto de haberla degustado en plena fiesta de navidad.  


Mi hallaca 
Una hallaca normal
Hallaca: es un plato típico navideño venezolano. Consiste en una masa de harina de maiz sazonada con caldo de gallina o de pollo y coloreada con onoto, rellena con un guiso de carne de res, cerdo y pollo, al cual se le agregan aceitunas, uvas pasas, cebolla, alcaparras y pimentón, envuelto de forma rectangular en hojas de plátano, para finalmente ser atada con pabilo y hervida en agua. Es un plato que, a pesar de que se puede servir en cualquier momento del año, es típico de la temporada navideña. Al parecer en legua indígena ayaca es derivado de la palabra ayuaca que significa mezclar y es de ahí que sale el nombre como se conoce actualmente. Los orígenes se creen de los tiempos de la colonia como preparación indígena de los días de caza. Hay otra historia que cuenta que los esclavos hacían una mezcla de las sobras de los dueños y lo envolvían con harina de maíz y hojas de plátano, lo cual no sé si es verdad pero entiendo que tengan pasitas y aceitunas. 
Saudades: (del portugués saudade) es un vocablo de difícil definición, que expresa un sentimiento afectivo primario, próximo a la melancolía, estimulado por la distancia temporal o espacial a algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia. Una de esas palabras que adoptas para poder comunicarte con otros que est[an en la misma que tu.   

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