Pertenencia

 No pertenezco a ninguna religión que me incite a ir una vez a la semana a una iglesia, a celebrar el nacimiento de algún santo o deidad, a conseguir en un sistema de creencias compartida por muchos las respuestas a mis angustias. 


Desde pequeña fui la rara en el colegio, no tuve muchos amigos en primaria, los diferentes en secundaria. No encontré mi vocación en lo que estudié en la universidad hasta mucho después de graduarme. Siempre tuve más amigos en otras facultades.

No me siento 100 % cómoda en grupos de solo mujeres, siento que no comparto muchas experiencias que pareciera que forman a la mujer, no sé si quiero tener hijos, no me gusta jugar con mi menstruación, no me siento vulnerable o insegura por ser mujer, odio el lenguaje inclusivo, no me siento conectada con mis ancestros aunque ya parte de mi estaba en mi abuela.

No soy de ninguna raza en específico que me conecte con otros, de donde vengo, cuales son mis luchas, mis virtudes y mis gustos.

Tengo amigos, todos están regados por el mundo, tan lejos y tan cerca con tanta tecnología. Pero me falta abrazarlos y tocarlos. Liberar oxitocina en cuerpo presente. Tengo amigos que ahora no son los mismos. Tengo amigos con los que antes compartía tantas cosas y ahora no me encuentro en nada.

Mi familia anda lejos. Agradezco que mi hermano esté cerca pero también me quiero alejar porque tiene que hacer su camino. Los demás o están en otros países o en Venezuela, mi patria que no reconozco, que ya no es lo que yo conocí, que ya no sabría como vivirla.

No voy a gimnasios, no tengo membresía en ningún club, en ninguna secta.

Vivo en otro país, no hay aji dulce, no hablan el mismo idioma, casi nadie sabe qué significa ser venezolano hoy en día. Ni nosotros mismos.

No me encanta la música en particular, la mayoría de las veces no quiero escuchar si no el silencio. Detesto los audífonos.

Tuve que abandonar mi gatica y mis plantas, entre tantas mudanzas tengo lo mínimo necesario.

Perdí mi cable a tierra, mi conexión con mi vida, con mis experiencias, mi compañero de aventuras, mi amigo, mi amante, mi amor. No sé murió pero no quiere estar conmigo. Lo perdí precisamente por no haberme conectado con él, perdí la sintonía, la empatía, la compasión y a él, en esa desconexión.

Hoy cumple años que para mi significa el único día del año en donde uno todas las piezas, tengo la excusa de llamar a todos los que conozco que estén cerca, celebrar algo mío, compartir y pertenecer. Hoy no es mi cumpleaños, por eso escribo esta carta silenciosa para recordar que también me perdí esto. Que no quiere que pertenezca a su vida en este día tan de él. Para él no es importante, es un día igual al otro, eso me dijo, pero no le creo. Esperas que te llamen los que te quieren, esperas que te visiten los nuevos amigos, vas a hacer una fiesta y eso que estás deprimido. Le preguntas a mi hermano por una torta.

Ayer me sacaron de un grupo que se llamaba Tribu La Azulita, de los amigos y familia de aquella montaña mágica, no sé si por error o porque ya, no pertenezco sino a mi misma. La única forma de sentirme yo y ser yo ante otros es conectarme con mi ser, con mis emociones, con mis sentimientos, con mi vocación, con mi propósito, con mis demonios y mi sombra. Integrar y conectar todos los pedazos sueltos. Ser y estar.

Cuando uno se separa de alguien con el que has caminado tanto, con el que has construído tu vida por tanto tiempo, has vivido experiencias que solo él entendería y solo él también las ha vivido. Es como si te arrancarán una parte de ti.

Feliz cumpleaños mi amor. Me encantaría estar cerca, darte regalos, hacerte una torta sin gluten, abrazarte, hacer el amor, celebrar, planificar tu fiesta, decorar, limpiar, cocinar, invitar, disfrutar. Ay como te extraño, amor mío. 

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