La montaña mágica
Bueno,
voy a empezar a contarte cosas, se me hace más fácil
echarle el cuento a alguien y fuiste el elegido entre los lectores de este
blog, es decir, tú J. Ya
sabes algunas cosas, pero quiero contarte los detalles y contármelos para
recordar y ser feliz. Mi vida ha cambiado muchísimo desde que nos conocimos, y
quiero poder vivirla a través de estos escritos de aquí a un tiempo. También
describen un momento histórico (como si hubiera algún momento no histórico) y
particular por el que está pasando mi país, creo que será interesante volver en
unos años a imaginarme cómo hacía para vivir este momento y no haberme vuelto
loca (espero estar cuerda cuando pase).
Gracias por leer.
Cada
sitio tiene sus particularidades y sus lugares comunes. En este momento estoy
viviendo en una pequeña montaña en la que opera una energía que atrae seres
peculiares, pues todos los habitantes y visitantes, de esta montañita llamada Ciudad Fresita, son personajes de
inexplicable originalidad. He intentado dividirlos, categorizarlos o
clasificarlos, pero cada uno tendría que tener una única etiqueta, pues todos
son muy distintos. Creo que los (nos) une el hecho de compartir un mismo
espacio y de haber venido a probar una forma en la que podemos ser felices en
un mundo tan caótico y asfixiante, que más bien nos aleja de lo que nos hace
ser felices.
El
clima es muy sabroso, a veces con
frío de 15 grados luego de las lluvias o en las noches de lo que llaman aquí
verano, con el cielo despejado sin nubes para arroparte. A veces el cielo
azulito y el sol radiante, cálido y regenerador. En el día el viento sube
caliente de tierra llana y en la noche baja frío del páramo. De un momento a otro, sin que te des
cuenta, el clima cambia de un día brillante y caluroso a una tarde nublada
impenetrable. Por las montañas andinas, el sur del lago de Maracaibo, los
ríos y el viento se ha formado un microclima tan particular como sus
habitantes. Imposible de predecir aunque todo el mundo dice lo que supuestamente
va a pasar y no pasa. Hay que salir con paraguas, suéter e impermeable.
Esta montañita queda en lo que sería el final de los Andes venezolanos, que es a su vez el principio (o final) de la cordillera de Los Andes, en el municipio Andrés Bello, con su capital: La Azulita. Llamada el balcón de los andes, productora de buen café y famosa por una vuelta internacional de bicicletas. En particular, Ciudad fresita, está ubicada a media hora en carro del pueblo de La Azulita en la ecoaldea San Luis. San Luis es el lugar donde desde hace muchos años se juntaron los hippies de esos que salían desnudos a caballo, con pelo largo cuando nadie lo usaba así, con ideas de amor libre y comunidad, los harekrishnas que encontraron aquí el lugar perfecto para construir sus templos, los campin, como le dicen acá a los campesinos, nacidos y criados en este lugar, que trabajan con agricultura y ganadería, (los campesinos que hemos conocido de aquí son bastante particulares pues han sido influenciados por la marihuana y las “medicinas”, los krishnas, los hippies y los extranjeros y la energía loca de este lugar), y los demás seres que esta montaña atrajo que como ya dije son personajes únicos y tendría que nombrarlos uno por uno. Eventualmente te iré contando sobre cada uno de ellos.
Esta montañita queda en lo que sería el final de los Andes venezolanos, que es a su vez el principio (o final) de la cordillera de Los Andes, en el municipio Andrés Bello, con su capital: La Azulita. Llamada el balcón de los andes, productora de buen café y famosa por una vuelta internacional de bicicletas. En particular, Ciudad fresita, está ubicada a media hora en carro del pueblo de La Azulita en la ecoaldea San Luis. San Luis es el lugar donde desde hace muchos años se juntaron los hippies de esos que salían desnudos a caballo, con pelo largo cuando nadie lo usaba así, con ideas de amor libre y comunidad, los harekrishnas que encontraron aquí el lugar perfecto para construir sus templos, los campin, como le dicen acá a los campesinos, nacidos y criados en este lugar, que trabajan con agricultura y ganadería, (los campesinos que hemos conocido de aquí son bastante particulares pues han sido influenciados por la marihuana y las “medicinas”, los krishnas, los hippies y los extranjeros y la energía loca de este lugar), y los demás seres que esta montaña atrajo que como ya dije son personajes únicos y tendría que nombrarlos uno por uno. Eventualmente te iré contando sobre cada uno de ellos.
San
Luis se divide a su vez en 4 partes: San Luis bajo, San Luis medio, San Luis
alto y Ciudad Fresita que es una arista montañosa a la altura de San Luis
medio. En el medio, siempre en el medio, esta mi casita. Desde mi casa,
especialmente desde mi casa, se puede ver el relámpago de Catatumbo resplandeciendo
en la madrugada todos los días. Una vista privilegiada. También se ve a lo
lejos “tierra llana”, que es la parte baja de Mérida, más abajo que el nivel
del mar, el infierno donde todo es más barato y la tierra es fértil y
abundante. Desde aquí pareciera el océano. Hacia el otro lado se ve la montaña
del frente con sus lucecitas nocturnas, el verde de su vegetación y sus
atardeceres anaranjados.
Según
las historias y los chismes, hace unos 30 años, 3 locos de Caracas se vinieron
y construyeron el sueño hippie en una montañita llamada entonces Loma de La
Libertad, llamada hoy, Ciudad Fresita. Mika, Miguel y Nelson. Caraqueños,
viajeros y artesanos se aventuraron a instalar sus carpas y sus familias en
medio del bosque y poco a poco fueron construyendo tres casas de madera, vidrio
y piedras con estilos de esos que se piensan con el corazón.
Por
otra parte, llegaron los Rojas, una familia numerosa que siguió creciendo y
poblando la Loma de La Libertad. Luego aparecieron los amigos de los que vivían
en la comarca y fueron comprando la tierra, instalándose y creando casas y
cosas maravillosas. Por otra montaña que queda justo al lado, los hare-krishnas
hacían su templo y luego resulta que todos convivían en la misma montaña,
presionando para una carretera que les facilitara los medios para no tener que
salir de este hermoso lugar.
20
años después se abre un camino y se crea la carretera que sube desde el río
hasta la casa de Axel, por un lado, y el templo Krishna, por el otro. Mucho
antes de que eso pasara mis padres vinieron de vacaciones a la casa Mika, quien
era amigo de mi papá desde la infancia, un artesano más artista que sano. En los
80s después de los psicodélicos 60s y 70s esta montaña les pareció el paraíso
terrenal, pero supongo yo que aún no estaban preparados para entregarse al
hermitañismo divino y aislado, sobre todo porque en esa época nacimos mis
hermanos y yo. No fue igual para Mika que se enamoró de una chilena llamada Lorena
con quien tuvo 4 hijos, dos de los cuales nacieron y vivieron en lo que
prácticamente era una carpa con todos los juguetes durante los primeros años de
sus vidas.
Pasaron
los años y las oportunidades fueron apareciendo, primero el terreno en el que
vive Rodolfo, quien compró cuando mi papá decidió no comprarlo, lo cual
agradezco, pues la casa de Rodolfo es de las más lejanas. Para llegar a su
casa, hoy en día, el carro llega hasta la casa de los Rojas y luego tienes que
caminar por 20 minutos por el bosque, cruzar el río como dos veces y llegar a
una especie de sabana jurásica. Suena como una aventura emocionante pero por
ahí debe pasar desde un tornillo hasta una cama, desde un kilo de papas hasta
una bombona de gas, cada vez que quieras salir de casa.
Luego Diana, la exesposa de Tero, estaba vendiendo esta propiedad, a un precio que imagino accesible para unos treintañeros emprendedores. Mis padres decidieron comprar el terreno y a partir de ese momento veníamos una o dos veces al año y nos quedábamos un buen tiempo. Así pasaron los años sin que se construyera casa alguna, fue cuando un alcalde emocionado e impresionado con las artesanías de los habitantes de Ciudad Fresita no podía entender cómo es que lograban esas maravillas sin luz eléctrica. Fue así como anunció que en 24 días a partir del anuncio, pasaría por, para aquel entonces, La Loma de la libertad y quien tuviera aunque sea un ranchito sería privilegiado con el servicio de luz eléctrica. Mis padres, si no me equivoco, estaban pasando unas vacaciones aquí, y aunque me parezca increíble, en 24 días levantaron la estructura en la que 20 años después vine a vivir con mi amor, Oscar.
Luego Diana, la exesposa de Tero, estaba vendiendo esta propiedad, a un precio que imagino accesible para unos treintañeros emprendedores. Mis padres decidieron comprar el terreno y a partir de ese momento veníamos una o dos veces al año y nos quedábamos un buen tiempo. Así pasaron los años sin que se construyera casa alguna, fue cuando un alcalde emocionado e impresionado con las artesanías de los habitantes de Ciudad Fresita no podía entender cómo es que lograban esas maravillas sin luz eléctrica. Fue así como anunció que en 24 días a partir del anuncio, pasaría por, para aquel entonces, La Loma de la libertad y quien tuviera aunque sea un ranchito sería privilegiado con el servicio de luz eléctrica. Mis padres, si no me equivoco, estaban pasando unas vacaciones aquí, y aunque me parezca increíble, en 24 días levantaron la estructura en la que 20 años después vine a vivir con mi amor, Oscar.
Me
parece increíble que en tan poco tiempo hayan podido construir las bases, el
piso, el segundo piso, el techo y las paredes cuando nosotros llevamos más de
10 meses intentando cerrar esa estructura y construir el baño. Es que en este
momento todo es tan complicado que ya he llegado al punto de estar esperando un
milagro para que todo termine de fluir. La hiperinflación a tal punto que pides
un café y mientras te lo tomas sube el precio. La escases de prácticamente todo
o de algunas cosas una semana y de otras la otra semana, algunas cosas
desaparecen por meses, hasta que de repente vas al mercado y la encuentras y
una voz te dice que compres al menos 10 por si acaso vuelve a desaparecer, pues
la extrañaste demasiado. La obra se
detiene por una manguerita, el transporte de algún material o falta de
albañiles. Cuando mis padres construyeron no había carretera, no subía carro,
pero todo el mundo quería trabajar, Venezuela Saudita, ta´barato-dame-dos! Y
estaban motivados con el porvenir en el país de las oportunidades.
Desafortunadamente ahora es difícil no caer en desesperación al menos una vez
al mes, viviendo en la comarca de los hobbits, ni te cuento cómo debe estar
Caracas.
Cuando
llegamos pensé que todos los planes se darían en un término de 2, 3 meses como
mucho y que luego tendría tiempo para sembrar un jardín de té, uno de cactus,
uno de plantas medicinales, un conuco y un huerto, café, caña, cambur, yuca,
ajíes, árboles frutales, suculentas, etc. Decorar y llenar de detalles
coloridos e interesantes la casa, diseñar un taller con alguna técnica de
bioconstrucción, hacer un horno deshidratador solar, una piscina para truchas,
tener cabritas y hacer queso de cabra, hacer pan en horno de leña, tener 3
cocinas distintas, chimenea, terraza, balcón y sillón para ver el atardecer de
un material reciclado. Comer de nuestro huerto y vivir de nuestro terreno y
además tener tiempo para escribir esta historia, aprender inglés y estudiar
medicina natural. Sin contar todo lo que he hecho hasta ahora. Pero luego me
cayó la locha como decimos por aquí o como digo ahora después de cualquier
dicho o refrán: “dijoooooo” con una extraña entonación y sin decir nunca quien
lo dijo. Extraña expresión que se me pegó de los campin. El ritmo de vida de Ciudad fresita es lento, paciente y tranquilo.
La
realidad no es siempre como una la sueña, todo lo que quiero, todo lo que hago,
todo lo que digo. De tan sólo contarlo ya creamos una satisfacción de haber
pensado en una idea tan genial, sobre todo cuando alguien te lo celebra, y nos
quedamos ahí sin saber cuánto tiempo ha pasado. Es la etapa más “productiva” de
mi vida, en lo que a económicamente se ha estipulado en la sociedad y lo que
produzco aquí no alcanza ni para los gastos básicos, vivo de los ahorros con la
cabeza en el próximo paso aunque quiere estar aquí, relajada y feliz,
disfrutando de unas largas vacaciones de retiro a los 30. No está mal pero no
es normal. En un principio todos mis nuevos y viejos nuevos amigos me doblaban
la edad. Y es que los jóvenes se han ido a probar suerte en otros lugares. La
situación del país, el aburrimiento de la monotonía de la montaña,
oportunidades, estudios y dinero han movilizado a todos los contemporáneos que
recordaba de mi infancia, sin embargo, últimamente he conocido a varias
parejas, jóvenes solteros y familias contemporáneos en edad que se vinieron de
la ciudad a crear, criar y sembrar a estas tierras. Y nosotros pensando que éramos muy originales.
Vivimos
en un mundo caótico que cada vez nos abruma más y más, sumergiéndonos en un
estado de esclavitud moderna y acortándonos cada día un poco más la vista y las
ideas revolucionarias. A veces no encontramos momentos para pensar en ello,
colocamos el piloto automático y simplemente vivimos. No juzgo una vida así, al
fin y al cabo, la vida está para vivirla como quieras, pero si, algo se ha
despertado en mí ahora que vivo en paz y con mucho tiempo para pensar y
cuestionar cada paso que doy. En la vida hay que encontrar el tiempo para todo,
hacer lo que tengamos pendiente para no tener ese espacio ocupando nuestros pensamientos,
hay que trabajar en algo que nos guste, mejor si nos apasiona. Vinimos por cierto
tiempo y merecemos ser felices y estar saludables pero si no estamos pendientes
de lo que pedimos, comemos, las relaciones que tenemos y la forma en que nos
tratamos a nosotros mismos no estaremos felices.
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