Trato o trueque

Desde hace un tiempo he venido pensando en las consecuencias ecológicas de los pequeños actos cotidianos. No lo había pensado con detenimiento antes. Las bolsas que usamos para separar las verduras en el mercado, los paquetes de todo lo que consumimos, botellas de plástico para el agua, el refresco o el aceite, papeles que no escribimos, ropa inerte en nuestro closet sin ser usada, artefactos en nuestra cocina con capas de polvo por no haberlos movido en mucho tiempo, ropa con etiqueta, pinturas que se dañan por no usarse, carros que se mimetizan con el jardín por no tener para arreglarlo, bicicletas oxidadas en el maletero, papeles de regalo, una nevera que no funciona, bombillos que se queman, vidrio que se rompe, esponjas desgastadas, ligas que se estiran, botellas cuyo líquido ya bebimos, carne, papel higiénico, hisopos, plastiquitos, empaques, piecitas sueltas, tantas cosas tan cotidianas que no pensamos las consecuencias de colocarlas en la basura o lo inútiles que son tenerlas todavía.

Comparte tus bienes, llega a acuerdos con tus vecinos para el uso de herramientas, dona lo que ya no uses, ofrécelo en intercambio, comunica las cosas para las que eres bueno y que te gusten para que la gente te ofrezca soluciones a cambio de trabajos que te hagan feliz.

Atrévete a soltar y prepárate para recibir. Haz una lista de cosas que quieres y/o necesitas y practica el desapego y verás que llegarán las cosas que has pedido en la lista.

Amigos y amigas, se trata del trueque.


Cada día contaminamos físicamente nuestro planeta. Cada día se producen más y más cosas de lo mismo que ya está. Más ropa, más plástico, más electrodomésticos, más empaques, más botellas, más carros, más casas, más celulares... Y lo peor de todo es que, al menos en Venezuela, no reutilizan el material que ya se transformó (que fácilmente encontraríamos en la basura), sino que crean, a partir de elementos de la naturaleza, nuevo material transformado que probablemente va a terminar en la basura de nuestras casas.

Decía algún escritor, no sé cuál, lo busqué y no lo encontré y empiezo a pensar que lo inventé: “a veces no botamos cosas a la basura por miedo a que otro las encuentre".

La economía colaborativa, la madre del trueque, permite la sostenibilidad de un mundo que ya en sólo 25 años se estima que tendrá una población de 9000 millones de habitantes.

Si estás en Caracas, te invito a truequear cosas y servicios a través de la página en Facebook Trato o trueque, asimismo, te invito a participar de los eventos de trueque que estamos haciendo trimestralmente. Comparte esta información y únete a la economía colaborativa y veras lo rentable que puede ser.

La verdad, no he podido ser una persona que no produce ningún tipo de desechos inorgánicos o que recicla todo lo que se bota. No, lo reconozco, pero al menos tengo conciencia de las consecuencias y propongo alternativas. De hecho, en este artículo quiero convencerlos de intentar crear (pues sólo si muchas personas participan, es posible) una alternativa al consumismo frenético. Un sistema económico con más ganancias que pérdidas, en el que se revalorizan la experiencia, el acceso y los intereses de cada quien. Un sistema en el que cada cosa brille por su función, sea esta desde abrir huecos en las paredes a simplemente adornar.

Cuántas personas que están leyendo esto tienen un taladro en su casa. Los taladros se usan una media de 13 minutos al año. Cuántas cosas tenemos que se utilizan sólo por pocos minutos y luego se engavetan: batidora, colores, bicicletas y una lista larguísima de la que todos estamos conscientes pero preferimos hacernos los locos, pensar: "algún día lo usaré; capaz me haga falta; me costó mucho dinero; es difícil de conseguir; hay gente que pagaría mucho por tener esto en su casa." !Basta! estamos consumiendo el planeta y creo que aunque es un pequeñísimo granito de arena, es una solución no sólo ecológica y solidaria sino económicamente rentable. La basura de otros es muchas veces tesoros para mi. Soy de las que veo de reojo la basura en la ciudad y no guardo discresión para asomarme entre las bolsas cuando algo me llama la atención. He conseguido zapatos, muebles, comida, herramientas, papeles, frascos, y muchísimas cosas super útiles.



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