Del cuento de cómo viajé sin dinero

El dinero y yo tenemos una relación complicada. Obviamente sé que es el intercambio más común (y posiblemente más justo). Es decir, trabajas o creas un medio para obtener dinero y luego lo conviertes en algo que necesitas, quieres o estás obligado a pagar. En mi opinión, creo que se puede jugar con esto. Los intercambios pueden ser más directos y prescindir del dinero algunas veces: pintas una pared, siembras algo, cocinas o haces música por hospedaje, por clases de alguna cosa o por comida.

Unos años antes de irme al viaje comencé a ahorrar, pero como estamos en un país loco y un dólar es el equivalente a dejar de vivir un día, no fue mucho lo que logré reunir. Pensaba cuánto iban a durar mis ahorros y qué pasaría cuando se acabaran. El dinero te da una especie de seguridad. Viajar sola sin dinero puede ser peligroso: no tener dinero para cualquier eventualidad puede significar dormir en una plaza o pasar hambre, entre otras cosas que mejor ni pensarlas. Pero les cuento... me atreví, salí así, sin plata y sin rumbo. Y para responder a la pregunta del millón de dólares (cómo lo hice), así fue como lo logré.

Sin pensarlo mucho más agarré mi mochila y me fui, ya después vería. Ahora, cuando cuento la historia del viaje y llego al punto en el que dejé de tener dinero, siempre llego a la conclusión de que fue ahí donde comencé realmente la aventura de viajar. Es ahí que descubres que eres capaz de todo. Y cuando no tienes nada, de nada tienes que preocuparte. No creo que la solución sea vivir el día a día sin siquiera hacer alguna proyección, ahorrar o administrar bien los recursos, pero es bueno ver el dinero como algo menos valioso. Cuando me quedé sin dinero comencé a descubrir en mí nuevos talentos y mi mente se abrió a soluciones creativas (y ni tan creativas) y empecé a hacer cosas que en el confort no me hubiera atrevido jamás.   

En primer lugar, viajar sin dinero puede conllevar, en ocasiones, a lo que en Venezuela le decimos “pasar roncha” (pasar trabajo) y, también, muy por el contrario, tocar el cielo. Me he quedado en mansiones con piscinas y cuarto privado y al día siguiente dormía en una plaza en el medio de la ciudad. Lo primero a lo que debemos estar preparados cuando nuestro presupuesto es corto es a adaptarnos y disfrutar de lo que venga. Hay que saber que no siempre va a ser chévere no tener dinero para hospedaje o para agarrar un autobús cuando la cola (aventón) no llega y es algo que se debe tener claro para prepararse mentalmente.

En líneas generales, el haberme quedado sin dinero me hizo hacer cosas que posiblemente nunca hubiera hecho si me hubiera quedado en Venezuela. Cocinar comida para venderla luego en la calle es posiblemente una de esas cosas. No tener dinero me hizo estar más abierta y atenta a todas las oportunidades, ser más creativa y adaptarme más rápido a las situaciones. Asimismo, me hizo darme cuenta de que las necesidades no son tantas como creemos. Me acostumbré a vivir con lo básico y a disfrutar de eso.  

Pero de aprendizajes no vive el hombre. Como en la vida, en el viaje necesitamos comer, movilizarnos y un lugar donde dormir (de entre las necesidades en las que gastamos dinero). Aprendí que estas cosas no solo se consiguen con dinero.

Comenzaré con el hospedaje: dícese de un lugar donde dormir y donde tú y tus cosas estén seguras (mejor si tiene baño, cocina y otras partes de la casa disponibles). Hay varias opciones, algunas universales y coincidencias particulares que hicieron que nunca estuviera desahuciada por la vida. 
Con unos amigos que casualmente se quedaron en el hostel donde trabajaba en Salvador de Bahía
En Internet hay varias opciones para voluntariados en fincas, casas de familia, hostels o posadas y algunos trabajos a cambio de hospedaje. En particular hice un voluntariado en un hostel alguna vez y muchas veces me quedé en el sofá prestado de alguien gracias a una herramienta brutal que se llama couchsurfing que es una red social en la que tienes un perfil y ofreces, si puedes y quieres, el sofá de tu casa para recibir viajeros. Si no tienes un sofá que ofrecer puedes igualmente pedir a otros que sí lo tienen para que te hospeden. Legalmente no pueden cobrarte. Moralmente uno siempre colabora con algo, no necesariamente con dinero. Lo bueno de couchsurfing es que se maneja con referencias y eso te ayuda a escoger tus huéspedes o tus anfitriones. Las experiencias con personas de esta red siempre fueron positivas y enriquecedoras. 
Aquí disfrutando de la piscina en casa de unos couchsurfers en Sergipe. 
Muchas veces por el hecho de estar viajando las personas se me acercaban y en varias oportunidades me ofrecían un lugar donde dormir. Igualmente, una carpa o una hamaca puede ser el lugar donde pasar la noche: no pagas (o pagas la noche de un camping que es muchísimo más barato) y puede ser en cualquier lugar. He montado mi hamaca en restaurantes cerrados a la orilla de la playa, carpas en el medio de una plaza, en la parte de atrás de un camión, en una casa rodante abandonada, playas, montañas, comunidades indígenas, bajo un árbol de cajú y así, en infinidad de lugares posibles. Eso sí, hay que informarse de posibles peligros y si es o no permitido. En Venezuela puedes poner tu carpa en cualquier parque nacional sin ningún problema, sólo pagar una tasa simbólica a Imparques y puedes irte de vacaciones a Los Roques sin pagar por una ostentosa posada.
Cuando digo que puedes guindar la hamaca donde sea, es literalmente donde sea. 
Así sin más, a veces desaparecen
Una opción que conocí solo al final del viaje pero que usé varias veces es llegar a los bomberos y pedirles un espacio para pasar la noche. Nunca nos dijeron que no y varias veces nos invitaban a comer y a conversar. Esto funciona también con la policía o protección civil. 
Se busca: el día que dormimos en la policía, donde soñé que la policía me robaba la bici. 
Con respecto a la comida, a lo largo del viaje descubrí algunos truquitos para no gastar tanto dinero. Ya antes de viajar tenía una gran pasión por la basura pero muchas veces de abstuve por el qué dirán y "seguro y pasa alguien conocido". La basura. Sí, yo sé, es un poco extraño que en la basura haya algo medianamente útil y rico, pero se sorprenderían. La verdad es una cuestión de estilos. Si vas directamente a la basura y ni siquiera sabes qué quieres encontrar ni qué estás buscando vas a parecer un recoge latas con hambre. Pero si vas a una tienda donde vendan verduras, vegetales o frutas y amablemente preguntas por aquellas cosas que estén un poco dañadas que hayan descartado, casi siempre te indicarán donde botan todo eso. No es difícil que las personas quieran ayudarte a que te lleves su basura. Una manzana podrida pudre todas las otras manzanas con las que esté en contacto más rápido. Una verdura con una partecita descompuesta, una manchita, un huequito, todo eso va directamente a la basura. Esta modalidad puedes aplicarla en panaderías, restaurantes y ferias de comida. Los basureros de las urbanizaciones guardan muchos tesoros y puedes decirle a la gente que estás haciendo un proyecto de reciclaje si te da pena.

Aquí viví mes y medio, en mi hamaca en un cajuceiro
También trabajé en restaurantes y cuando descubrí que botan mucha comida, siempre me llevaba un tupper para evitar que mi cena cayera en la basura. 

En una época hice y vendí bombones en la calle y a veces cambiaba "doce por salgado" (dulce por salado). Salgado es como le dicen en Brasil a esa comida que te comes en la panadería: los cachitos, las empanadas, etc. obviamente ellos tienen las suyas. 
Esta fue mi casa por diez días: una casa rodante que no rodaba más, abandonada en un pueblito en Prado, Bahía. Cerca había un chorrito con agua y hasta teníamos Internet. 
Otras veces, sin pedirlo me brindaban un almuerzo o me invitaban a comer en alguna casa. Creo que mientras menos preocupados estemos acerca de lo que ni siquiera ha pasado más mágicos se vuelven los momentos. 
En La Gran sabana, Venezuela, consigues muchas casitas de este estilo, abandonadas con su techo y paredes, leña y un riíto de agua potable ¡qué más se puede pedir!. Estacionábamos nuestras bicis y colocábamos la carpa. 
Y una última anécdota con respecto a la comida. La última parte del viaje fue en bicicleta desde la frontera de Brasil y Venezuela hasta Caracas, mi ciudad. Hicimos un mercado no muy grande porque significaba peso en la bici, así que saliendo de la Gran Sabana ya casi no teníamos más comida y sólo escuchábamos noticias de que había escasez precisamente en carbohidratos (que dicen es lo que comen los deportistas ;) ) y fue la Guardia nacional la que nos regaló paquetes de arroz, pasta, verduras, arepas y Coca cola (de hecho, mucha Coca cola).
Transporte: si estás viajando imagino que querrás recorrer largas distancias, conocer paraísos terrenales, ciudades hermosas, monumentos o paisajes naturales y necesitarás un medio de transporte. Bueno, levantas el pulgar, mientras guardas tus otros dedos y a pedir cola, Carona, aventón o hacer dedo. La otra es pedir descuento en los autobuses aunque eso trato de evitarlo, al final es su trabajo y no hay razón por la que debería ayudarte. También existen ciertos transportes en los que no necesitas dinero como la bicicleta o las paticas (conocí una historia de unos viajeros que iban corriendo). 
Esta es una familia que nos dio la cola 70km y nos invitó a almorzar a su casa y terminamos quedándonos 10 días en una finca increíble con un montón de animales raros (incluyendo una avestruz) comida y hasta regalos. 
Además de todos los trucos que acabo de escribir, también tuve un par de trabajos formales, hice trabajos por contratos de un día en eventos, fiestas, restaurantes y tiendas, vendí artesanías, hice y vendí comida, pinté paredes, hice jardinería, limpié casas, y dije que sí a todas las oportunidades que iban apareciendo. Ese dinero lo gasté casi todo en helado, marcadores y agua de coco. 


Entonces, sí se puede viajar con poca o nada de plata. En mi opinión, es bueno tener un dinerito guardado por ahí para cualquier cosa, pero les cuento que muchas de las situaciones más mágicas y de las personas más finas del viaje sólo fueron posibles por viajar sin plata. 

Comentarios

  1. buenísimo michell está para publicarlo me encantó tu sinceridad y frescura!!!! SOY SUSANA PRETI QUE TE VIO NACER... ABRAZOS MI BELLA MICHELL!!!!!

    ResponderBorrar
  2. "Helado, marcadores y agua de coco"! ¡lo máximo!.. me encantó esto Couch jajajja !!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares