El ruido

Contaminación acústica, mezcla insoportable de sonidos, sensación auditiva inarticulada, la mayoría de las veces desagrable. Ruido constante e intermitente. La ciudad, nos embrutece, nos ensordece, nos distrae y nos acostumbramos. 

Es difícil concentrarse con tanto ruido, difícil descansar, difícil estar de buen humor, difícil pensar. Siento que el ruido nubla, crea interferencias, nuestros pensamientos se distorsionan perdiendo cada vez más nitidez. El ruido no sólo afecta la audición, nos perturba, disminuye la agudeza visual, por eso nos da por bajarle el volumen a la radio cuando estamos buscando una dirección. 

Vivir en la ciudad es posible si todos esos ruidos forman un barullo soportable que permite enfocarnos en la parte más urgente de nuestra existencia, mientras todas las demás partes van desenfocándose hasta creer que no nos afectan. Algo así pasa con el ruido blanco, todas las frecuencias audibles se mantienen en la misma intensidad permitiendo que no sobresalgan otros ruidos. Pero en la vida real hay cornetas, alarmas, gente construyendo, martillando, aires acondicionados, maquinarias, carros, gente, bulla, zumbidos, crasquidos, estruendos, escandalos, bullicios y de nuevo las cornetas, el camión de la basura, el aire del vecino, la mala música de algún bar, las guacamayas, las guacharacas. 

Cuáles serán los efectos colaterales de exponerse al ruido de manera prolongada, como ahora que instalaron las máquinas en la puerta de mi casa, en la ventana de mi cuarto. Una fuente de electricidad que se mantiene respirando como una nevera vieja, como el ventilador de Celia que sonaba como la turbina de un avión, que le da vida a las máquinas en el día. En las mañana mi reloj me advierte que me he expuesto a decíbeles de sonido que pueden ser perjudiciales. El plan es abrir un hueco del tamaño de la calle para poner una tubería que desvíe el arroyo Maldonado hacia el río de La Plata para evitar futuras inundaciones en la ciudad. Hablan de un mes como mínimo, sabemos que esos tiempos son burocráticos, se prolongan. Creo que me puedo volver loca, tengo insomnio, el polvo impregna todo, júpiter en aries, el sonido de una rotopercutora abriendo la calle, desconcentración, desesperación, llevo 3 días que no duermo, puedo ser capaz de cometer un crimen. 

Me gusta la ciudad, me gusta el caos, he vivido en la tranquilidad enloquecedora de la montaña, donde el silencio te obliga a escucharte. Se escuchaba el crepitar de una hoja al ser pisada por una hormiga. Reconocía los pasos de los vecinos al acercarse a casa. Dicen que el silencio se siente como ensordecedor. Microsoft creó una habitación que tiene el record de ser la más silenciosa del mundo para probar el ruido que hacen sus productos. Dicen que nadie ha sido capaz de soportar más de 1 hora ahí dentro. Puedes escuchar el sonido de la sangre pasando por tus venas. El silencio puede ser aterrador: en un programa de radio, en la conversación de las primeras citas, en la psicoterapia. Te invita a estar presente, aguda, nítida, claro que da miedo verte (escucharte) tan cristalina, descubrir qué hay detrás de la maraña de distracciones a las que estamos sometidos (y muchas veces inconscientes): el barullo eterno de la ciudad, hablar sin profundidad, deseos sin compromiso, casas repletas de cosas, cosas inservibles, listas de tareas que no vamos a hacer, sobresaturarnos de emociones y reacciones en redes sociales, falta de claridad en nuestros objetivos. No me sorprendería caer en una depresión silenciosa o en la sorda apatía. 



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